CIUDAD DE MÉXICO.- La agrupación civil mexicana CartoCrítica y la fundación ambientalista internacional Henrich Böll dieron a conocer que en México operan actualmente 7,879 pozos petroleros de los que se obtienen hidrocarburos mediante la técnica conocida como fracking, que implica la contaminación de grandes volúmenes de agua durante las operaciones, así como la degeneración ambiental progresiva en las zonas donde se aplica, aún después de concluida la extracción.
Basándose en información oficial obtenida a través de la Plataforma Nacional de Transparencia, ambas agrupaciones civiles revelaron que el fracking es utilizado en uno de cada cuatro pozos petroleros mexicanos, y que en total se han realizado 32,464 acciones de fracturación del subsuelo, al menos desde 1996.
En octubre de 2018, dos meses antes de que asumiera como mandatario (pero siendo presidente electo), Andrés Manuel López Obrador advirtió: “No vamos a utilizar el famoso fracking para explotar petróleo”, sin embargo, desde que entró en funciones, el pasado 1 de diciembre de 2018, el mandatario no ha anunciado ninguna acción tendiente a cancelar las operaciones de fractura en los 7,879 pozos que ya operan con esta técnica.
Por el contrario, a pesar de haberse comprometido a suspender las operaciones de fracking en el país, la administración federal encabezada por López Obrador presupuestó una inversión de 3,351 millones de pesos para la extracción de hidrocarburos mediante fracking, solo para el año 2019.
Ambas agrupaciones civiles destacaron también que, hasta la fecha, se mantienen vigentes 26 contratos para exploración y extracción de hidrocarburos mediante fracking, de los cuales, 25 fueron asignados a Petróleos Mexicanos (Pemex) y en un caso, el contrato vigente fue otorgado a la empresa Operadora de Campos DWF SA de CV.
Estas asignaciones y el contrato, se subrayó, “tendrían que ser revocados”, para dar cabal cumplimiento a la promesa del presidente López Obrador.
Los problemas ambientales asociados a la explotación de hidrocarburos mediante la fractura hidráulica son diversos, detalló Roberto Ochandio, representante de la Alianza Latinoamericana Frente al Fracking.
Esta técnica, explicó, fue desarrollada ante el agotamiento a nivel mundial de los yacimientos de “petróleo convencional”, es decir, de aquellos en los que el hidrocarburo fluye por mantos permeables.
El fracking, detalló, implica fracturar yacimientos de roca impermeable que están a grandes profundidades, en los que el petróleo está encerrado dentro de pequeños poros aislados unos de otros. La fracturación, detalló, libera ese hidrocarburo y permite hacerlo fluir a la superficie.
Para ello, sin embargo, se requiere inyectar grandes cantidades de agua al subsuelo, adicionada con arena de sílice y cientos de productos químicos.
En una sola operación de fractura, detalló, se usan en promedio 43 millones de litros de agua, de la cual, hasta 80 % reemerge y se deposita en la superficie de los pozos de extracción.
“Esa agua vuelve a salir a la superficie –señaló el especialista–, y cuando lo hace, no solo lleva todos los productos químicos que se usaron para la fracturación, sino que arrastra elementos que estuvieron abajo, enterrados durante millones de años.”
La arena de sílice que se inyecta junto con el agua, por ejemplo, está formada por partículas muy finas y duras, “que se depositan en el fondo de los pulmones y producen una enfermedad crónica que se denomina silicosis”, común entre los obreros que laboran en los pozos de extracción, debido a que están en constante contacto con este polvo, una vez que vuelve a la superficie y se deposita a cielo abierto.
Entre los elementos que emergen como consecuencia del fracking, explicó Ochandio, están también “compuestos volátiles orgánicos, como benceno, tolueno, y xileno, así como elementos radioactivos, tales como el radio 226 que, como todo material radioactivo, se descompone constantemente formando otros compuestos”.
El radio 226, detalló, se descompone formando radón 222, “y cuando uno respira el radón 222, se deposita en el fondo de los pulmones y ahí, a su vez, se descompone formando polonio, proceso durante el cual emite rayos alfa, es decir, genera radioactividad, que ataca las células de los pulmones y produce cáncer”.
Debido a que la descomposición de estos productos radioactivos puede durar miles de años, lamentó el experto, “podemos estar seguros que las actividades de fracking que estamos realizando hoy, aseguran por muchos miles de años la contaminación que sufrirán las futuras generaciones de mexicanos”.
Tal como detalla la investigación realizada por CartoCrítica y la fundación Henrich Böll, de los 7,879 pozos en los que se utiliza el fracking en México, un total de 2,642 se ubican en el estado de Tamaulipas, y otros 2,111 en Veracruz.
Nuevo León, con 1,879 pozos con fractura hidráulica, ocupa el tercer lugar a nivel nacional, seguido de Puebla, con 1,288 pozos.
Los registros oficiales obtenidos por estas agrupaciones civiles, además, revelan que existen actividades de fracking en Coahuila, Tabasco y Chiapas. (FUENTE: VANGUARDIA)