Honorable Asamblea.
He procurado abstraerme de promover debates a partir de las expresiones, manifestaciones, diatribas de la denominada “mañanera”.
Intento distinguir lo que resulte información útil que emite el jefe de las instituciones, de lo que son manifestaciones de su posición política como líder de su movimiento, a través de las cuales ha logrado -reconozco- con gran habilidad, apoderarse del medioambiente político del país y constituirse en el eje del debate, a veces con distractores.
A veces con temas que ameritarían mayor profundización, diálogos sin descalificaciones, ni estigmatizaciones entre puntos de vista diversos en condiciones de equidad entre los participantes.
Decidí intervenir, sin embargo, porque sorpresivamente surgió una diatriba impensada, siento que estéril para la construcción social, pero enormemente nociva en la apreciación de los mexicanos sobre sí mismos, y en la procuración de armonizar a nuestra sociedad.
Quiero recordar lo que en los Sentimientos de la Nación expresó José María Morelos. El décimo segundo: “que como la buena ley es superior a todo hombre, las que dicten nuestro Congreso deben ser tales que obliguen a constancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia y de tal suerte se aumente el jornal del pobre que mejore sus costumbres, alejando la ignorancia, la rapiña y el hurto”.
En el décimo cuarto, dijo el prócer José María Morelos: “que para dictar una ley se haga junta de sabios en el número posible para que proceda con más acierto y exonere de algunos cargos que pudieran resultarles”.
Es curioso cómo el patriota incide en dos conceptos: en el de la movilidad social cuando exhorta a superar la indigencia, y cuando plantea que es fundamental erradicar la ignorancia.
También es notable cómo el patriota valora el conocimiento, valora la sabiduría, pudiéramos extrapolar diciendo que valora la ciencia y la formación escolástica.
Es impensable arremeter contra las clases medias.
Si queremos construir la vida política del país a partir del tamiz de la lucha de clases, digámoslo con franqueza, digamos que queremos un enfrentamiento entre las clases sociales de México, a ver si es lo que realmente requiere nuestra patria, y a ver si tenemos condiciones de cuidar la estabilidad nacional propiciando un enfrentamiento clasista.
Si queremos juzgar a los estratos sociales por razones ético-morales, no confundamos la discusión política con la discusión moral.
Si queremos asumir que segmentos sociales están enfermos de egoísmo, construyamos un debate ético-moral.
Veamos cuáles son los parámetros de la ética y de la moral y veamos qué sujetos pueden calificarse libres de cualquier mancha.
La aspiración de la Revolución Mexicana fue la movilidad social.
El deseo de las familias pobres es que sus hijos puedan tener mayores oportunidades de ellos.
No se trata de igualar hacia la precarización, se trata de igualar hacia la dignidad, hacia el bienestar, hacia, como lo dijo el patriota Morelos, la superación de la indigencia.
No se trata de reproducir a través de una visión limitada, la dependencia porque la gente no es autosuficiente. Se trata de impulsar la autosuficiencia y las condiciones de dignidad y de ingreso suficiente para vivir con moderación, pero realizándose plenamente.
A quien me grita tiempo, señalé que se lo van a restar al próximo orador que hable por el grupo parlamentario del PRI. Así se lo comenté al presidente.
Muchas gracias.