BOCANADAS
EN LA POLÍTICA mexicana, el poder nunca se jubila, sólo se transforma. Y aunque Andrés Manuel López Obrador dejó la Presidencia, su legado sigue más vivo que nunca, encarnado en su primogénito Andrés Manuel López Beltrán, mejor conocido como “Andy”, quien sin ocupar una curul, una gubernatura o una cartera en el gabinete, hoy es el operador clave de Morena. Su papel, aunque sin cargo de elección popular, pesa más que el de muchos gobernadores y legisladores… y está reconfigurando el ajedrez político nacional, pieza por pieza, credencial por credencial.
Como secretario de Organización de Morena, el heredero del verdadero poder político en México tiene una misión clara: afiliar o reafiliar a 10 millones de simpatizantes antes de 2027, una meta que va más allá de un simple ejercicio administrativo. Porque él no piensa -¡para nada!- en sólo llenar de nombres un padrón, sino en “blindar” el partido, amarrar lealtades y depurar a quienes han jugado a dos bandas con otros partidos, tanto aliados como los de la antigua “mafia del poder” que llegaron a despacharse con la cuchara grande.
En pocas palabras, el objetivo de “Andy” es garantizar que “ser de Morena” no sea nada más un acto simbólico para hacer bulto y comparsa en mítines políticos, sino un auténtico compromiso institucional.
TIRO PERFECTO
ESTE PROCESO YA comenzó con una estrategia clara: la militancia en el partido guinda ya no será opcional y de dientes para afuera nada más para ganar elecciones. Gobernadores como Eduardo Ramírez (Chiapas), Joaquín Díaz Mena (Yucatán) y Rocío Nahle (Veracruz) ya recibieron personalmente sus credenciales de manos de “Andy”. ¿Casualidad? No. Es un acto de poder simbólico: si hasta los mandatarios estatales tienen que reafiliarse, nadie, entonces, estará más por encima del partido.
A nivel legislativo, Ricardo Monreal y Sergio Gutiérrez Luna también se sentaron con su líder para tomarse la foto con su nueva credencial. El mensaje es que, de ahora en adelante, en Morena la lealtad ya no se asumirá -y se presumirá-; ahora, se tendrá también que demostrar.
Pero “Andy” no se detuvo ahí. En cada estado, hay cuotas específicas. En Quintana Roo, por ejemplo, la meta es afiliar al 37.7% de quienes votaron por Claudia Sheinbaum en 2024, lo que representa alrededor de 153 mil personas. No es un número al azar; es una estrategia para medir músculo político, identificar quién controla realmente la estructura territorial y quién sólo navega con la bandera guinda por conveniencia.
Las cuotas del juego para 2027 ya las puso el heredero sobre la mesa:
- Aspirantes a regidurías: mínimo 2,500 afiliados.
- Candidatos a diputaciones: 5,000 afiliados.
- ‘Suspirantes’ a gubernaturas: 10,000 afiliados.
Así que, si quieres ser candidato, primero hay que demostrar que puedes sumar. La afiliación se ha convertido en la moneda de cambio para acceder a posiciones de poder dentro de Morena y la maquinaria ya está en marcha.
TRIPA CORTA
MÁS ALLÁ DE la casi inexistente oposición, “Andy” sabe que el mayor riesgo para Morena está dentro de sus propias filas. El Partido Verde Ecologista de México y el Partido del Trabajo han sido aliados estratégicos, pero también “Caballos de Troya”. En estados como Quintana Roo, todos lo saben: figuras como Ana Paty Peralta (Cancún), Estefanía Mercado (Solidaridad) y Diego Castañón (Tulum) tienen raíces verdes, aunque gobiernen los tres municipios más importantes y ricos del estado bajo la bandera de Morena, por lo que el heredero de AMLO buscará sumarlos mediante la afiliación política (ya no es suficiente estampar la firma en el decálogo) y así garantizar que el Verde les coquetee para el proceso dentro de dos años.
En Durango, un estado gobernado por el PRI, López Beltrán llegó para poner orden entre los grupos internos de Morena. José Ramón Enríquez fue impuesto como promotor de la 4T en la capital, pese a la resistencia de figuras como Alejandro González Yáñez y René Bejarano. ¿El mensaje?: La unidad se impone, aunque sea a manotazos. En Veracruz, la historia es similar: las fracturas internas con el PT podrían costarle caro a Morena, por lo que “Andy” ya trabaja para contener el daño antes de que sea irreversible.
BUENOS HUMOS
EN QUINTANA ROO, la estrategia se traduce en control territorial. La reciente -cuanto polémica- designación de Julio Durán como encargado del proceso de afiliación provocó resistencia entre los fundadores de Morena, quienes no olvidan su pasado priista ni sus críticas al propio AMLO en redes sociales. Pero el segundo de a bordo (sólo en el organigrama) del partido dejó claro que, en su proyecto, la funcionalidad y la lealtad valen más que el pasado. Si Durán suma afiliados y garantiza disciplina interna, tiene un lugar asegurado de acuerdo a la estrategia del tabasqueño.
“Andy” no está construyendo un padrón; está construyendo un muro de contención para evitar que Morena se fragmente como otros partidos en el poder. Para 2027, cuando se renueven nueve gubernaturas, cientos de alcaldías y diputaciones, Morena jugará con una sola condición: quien no esté para entonces credencializado, no tendrá cabida en el juego.
La pregunta es inevitable: ¿estamos ante un Morena más fuerte o simplemente más controlado? Andrés Manuel López Beltrán no solo busca ganar elecciones, sino que quiere un partido que responda a una lógica de unidad forzada, donde las lealtades personales desaparecen y el verdadero poder se centraliza en un círculo reducido.
En este nuevo tablero político, la credencial de Morena será más que un plástico: será un contrato de lealtad. Y quien no lo firme, puede ir desinflando el globo de sus aspiraciones porque no se podrá jugar más con Dios y con el Diablo.
VITOLA
LA VISITA, AYER, de la presidenta Claudia Sheinbaum a Tulum, motivó la exposición ciudadana del impacto negativo de la militarización en Quintana Roo. En el Parque del Jaguar, administrado por la Sedena, los abusos son constantes: cobros excesivos, discriminación en tarifas y restricciones al acceso a playas públicas, lo que ha generado protestas y afectación a la imagen del destino. En el Aeropuerto de Cancún, la Guardia Nacional actúa como cómplice de mafias de taxis “piratas”, intimidando a turistas y acosando a conductores de Uber con total impunidad, en tanto que los volqueteros del Tren Maya mantienen la amenaza constante de bloqueos carreteros debido a pagos pendientes por sus trabajos. Estos tres focos de conflicto evidencian que la lógica militar, basada en el control y la imposición con fines de seguridad, es incompatible con la flexibilidad y eficiencia que exige el turismo en estados tan nobles como el nuestro. En su calidad de comandanta suprema de las Fuerzas Armadas, la presidenta Sheinbaum, quien vino a inaugurar una Base de la Fuerza Aérea, tiene la oportunidad y la responsabilidad de actuar con firmeza para devolverle a Quintana Roo la estabilidad que necesita, frenando estos abusos que padecemos en aras de que los militares nos echen la mano en el combate a la delincuencia.
HABLANDO DE TULUM, el paraíso del Caribe, la Fiscalía General del Estado se anotó otro éxito en el desmantelamiento de redes de servidores públicos vinculados al crimen organizado, al detener a tres policías municipales acusados de secuestro exprés, demostrando que los ciudadanos no solo dormían con el enemigo, ¡sino que hasta le daban los buenos días con confianza! Los “angelitos” pasaron de patrullar las calles a ser esposados, todo por hacer “horas extra” en el rubro del crimen siguiendo la escuela del ex comandante “Cobra”, otro turbio ejemplar del orden recientemente capturado por delitos similares, quien brilló en la misma Policía Municipal durante la pasada administración estatal. Ahora la pregunta del millón: ¿cómo es que los mandos actuales de Tulum no se dieron cuenta de las “fichitas” que tenían en sus filas? Menos mal que llegó la Fiscalía a purgar esta corporación, porque si dependiera de sus superiores, estos policías seguirían “protegiendo” a la ciudadanía… a punta de amenazas, golpes y transferencias forzadas. Aquí, el alcalde Diego Castañón tiene que llamar a rendir cuentas a uno que otro mando.