Las cosas por su nombre
@Carlos85458323
Por Carlos Alberto Rosales
El triunfo de AMLO
En lo electoral, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) fue tan contundente que provocó un efecto político instantáneo. El amplio margen que llevaba, cuando se llevaba computadas muy pocas mesas del recuento provisorio, el pasado 1ª de julio y, el reconocimiento rápido como el próximo presidente de los otros candidatos fue determinante para la imagen ganadora de AMLO, a nivel internacional.
La predisposición del presidente Enrique Peña Nieto a iniciar de inmediato la transición hacia la asunción de su predecesor el próximo 1ª de diciembre, fue otro acto que afianza las instituciones democráticas del país.
El primer encuentro entre Peña Nieto y AMLO, buscó llevar calma a la sociedad mexicana y mostrar una transición ordenada ante el mundo y sus mercados financieros.
No podemos dejar de reconocer la desconfianza que todavía hoy, a una semana de la elección presidencial la comunidad de negocios tiene sobre las medidas que Andrés Manuel López podría implementar durante su sexenio.
En 2006, después de perder por 0,62 puntos, AMLO paralizó semanas la principal avenida de Ciudad de México con una protesta para denunciar fraude y se hizo proclamar “presidente legítimo”. Después de su segunda derrota su nombre siguió sonando: “Estaríamos mejor con López Obrador”, decía un anuncio. En estas elecciones alcanzó con que los avisos dijeran “estaríamos mejor con ya sabes quién”. Su compromiso será trabajar sobre las deudas sociales con los grupos vulnerables que tiene a más de 53 millones de mexicanos sumidos en la pobreza, lo que representa a más del 40 por ciento de la población.
AMLO deberá cumplir con esta premisa más allá de la violencia, el narcotráfico, el crimen organizado y la alta corrupción política con la que se nos asocia y, para dar con tierra con el mensaje de los zapatistas de que “,,,cambió el capataz y no el finquero…”.
La técnica del VAR o, Vamos al Realismo
Leyendo a Darío Sandrone, atenué mis críticas a algo que no me gusta en el fútbol y, que es, que: paren la pelota para ver si hubo o no infracción entre los jugadores. Pero como explica Sandrone “el fútbol es una serie de hechos cuya realidad, una vez finalizado el encuentro, no puede ser negada.
En política sucede algo similar. Los errores de los políticos son una realidad que no puede ser negado. El recuento de votos en el municipio de Solidaridad, donde la actual presidente municipal, Cristina Torres, que iba por su reelección acaba de reconocer haber perdido en manos de la candidata de Morena, la voluble Laura Beristain, es la peor derrota que le infligen al gobernador Carlos Joaquín González, que mantenía al segundo municipio del Estado como “caja chica” de su administración.
Los quintanarroenses asistimos a un “encierro domiciliario” riguroso por la apatía de los tres órdenes de gobierno de no implementar políticas públicas firmes y eficaces para detener la asonada de inseguridad que vivimos en este sexenio.
En materia de seguridad tanto el gobierno estatal como los gobiernos municipales han sido de prueba y error, más de error que de eficacia.Todavìa la ciudadanía alienta la esperanza que, con los cambios por venir volvamos a gozar de la tranquilidad de sexenios pasados,para lo que sòlo nos resta esperar un milagro joaquinista porque aquellos que frecuentan la cercanìa del palacio en la 22 de Enero de Chetumal o, los lujosos ambientes cinco estrellas de la zona hotelera en la zona Norte hablan de la molestìa in crescendo y, del horror vacui (miedo al vacío), que algunos funcionarios están sufriendo ante la percepción de que nada sucede, nada cambia, que el tiempo pasa y, que no se resuelven los problemas para los cuales fueron elegidos.
El inmovilismo del gobierno en materia de seguridad angustia a la población, pero que guarda algo de esperanza en que todo cambie, pese pero a la crisis de confianza que se ha instalado en sus autoridades. El ejemplo palpable son las elecciones de hace siete días y la pérdida de Solidaridad, la casa chica del gobernador.
Hay un insumo primario –común a la economía y a la política– cuya escasez puede resultar traumática. Ese insumo es el tiempo. En el actual escenario estatal, a poco más de dos meses del segundo año del sexenio del gobernador, el tiempo que le queda de gobierno se convierte en insostenible si no puede cumplimentar las expectativas de la ciudadanía.
¿Tendrá tiempo Carlos Joaquín para ajustar las innumerables tuercas flojas de los rines de su gobierno? ¿Podrá mantener las expectativas de continuidad para su proyecto político o quienes añoran el retorno al escenario previo a septiembre de 2016, seguirá en aumento?
La decisión del gobernador de mantenerse imperturbable en la definición del rumbo es un capital especialmente valioso para sortear los problemas que enfrenta su gestión, pero demanda una instrumentación operativa. Y es allí donde el joaquinismo vacila frente a sus opciones políticas, fundamentalmente en esta etapa que no va a tener referentes parlamentarios propios por haber perdido sus candidatos a diputados y senadores la elección que acaba de suceder. Hoy, el gobierno estatal se encuentra en un bloqueo que define el mal momento político que transita.