PLEAMAR
Por Lenin Amaro Betancourt
Dependencia por dependencia, el control del Estado se recupera
En los últimos días hemos sido testigos de un hecho eminentemente histórico, la recuperación de la paraestatal Petróleos Mexicanos PEMEX, no sólo a través del combate al “huachicoleo” que por sí mismo representa un esfuerzo inédito en México, sino con la recuperación de la operación de ductos para el traslado de energéticos (también gas), la compra de camiones especializados para el traslado de los mismos, la revisión de las condiciones de las refinerías existentes. Ahora, se continuará con el trabajo de atender las deficiencias en la Comisión Federal de Electricidad CFE, y vaya que también hay mucho qué revisar.
Fue en el estado de Chiapas que el presidente de la república presentara el Programa Nacional de Electricidad, dirigido evidentemente a recuperar la autosuficiencia en la producción de electricidad, de modo que el país deje de depender de la compra de energía eléctrica que, además se genera en el territorio nacional. Para ello, el presidente de la república ha dispuesto la realización de una auditoria a la CFE, de modo que se sepa cuál es el motivo que obliga a la nación a comprar energía cuando que hasta 1992, éramos autosuficientes.
Pero todo va de la mano, tiene una lógica perfectamente detectable; durante muchos años, la única empresa responsable de la generación y distribución de energía eléctrica fue la Comisión Federal de Electricidad y la ya desparecida Compañía de Luz y Fuerza del Centro. La generación fue suficiente para las demandas de energía en todo el territorio nacional; históricamente, en ningún momento se requirió de la compra de energía eléctrica, por el contrario, hubo exportación de la misma.
Coincidentemente, en el año de 1992 se comenzó a abrir para empresas privadas de capital extranjero la posibilidad de generar energía eléctrica en nuestro territorio y se les permitió vendernos luz eléctrica. Trasciende que incluso, el subsidio que paga la Federación al consumo de energía, no se aplicaba –como debe ser-, en beneficio del usuario final, sino de las empresas extranjeras que proporcionan el servicio. Lo trascendente es que, las anteriores administraciones implementaron un desmantelamiento de la CFE para hacernos dependientes de las empresas extranjeras.
UN DATO HISTÓRICO QUE ILUSTRA LO QUE OCURRE
Un dato que no se ha considerado para ilustrar el desmantelamiento de la CFE es la tragedia del domingo 28 de octubre de 2007 cuando la ciudad de Villahermosa, Tabasco se inundó por el desbordamiento de los ríos Usumacinta y Grijalva. Oficialmente se dijo que se habría debido a una crecida inusual de los ríos por la temporada de lluvias que se registraron.
Pero lo que no se dijo, es que, la producción de energía eléctrica en las presas “Peñitas” y “Mal paso” en el estado de Chiapas, habilitadas en los afluentes de los ríos más importantes y caudalosos del sureste –el Grijalva y el Usumacinta-, se obligó a disminuir; es decir, para la generación de energía, se mantienen abiertas las compuertas que permiten el paso del agua a través de las turbinas generadoras de energía; entonces, para disminuir la cantidad de energía generada, a fin de permitir a las empresa privadas que generen lo que dejan de generar las presas hidroeléctricas.
Lo que ocurre es muy lógico; ante la falta de “turbinación”, la acumulación de agua en las presas se incrementa, junto con el fenómeno meteorológico que se registraba, es decir, la mayor presencia de lluvias, amenazaron con vencer la capacidad de contención de las presas. A fin de evitar una tragedia mayor, el Gobierno federal tomó la decisión de abrir las compuertas de descarga masiva de agua, lo que incrementó el nivel de los ríos en tierras bajas, es decir, en la zona norte de Chiapas y en Tabasco, como si fuera un tusnami. Por cierto, aun cuando se sabía de la acción a tomar, tanto el Gobierno federal de Felipe Calderón, como el estatal de Andrés Granier Melo, no advirtieron a los ciudadanos sobre la urgente necesidad de que desalojaran por el tsunami que venía.