JAPÓN.- No fue por motivos políticos, sino una venganza personal de corte económico con trasfondo religioso. Eso es lo que ha confesado el hombre que mató este viernes a tiros al ex primer ministro de Japón, Shinzo Abe, mientras daba un mitin en la ciudad de Nara. Se despeja así una de las mayores incógnitas de este crimen que ha conmocionado al país nipón y destrozado el mito de su seguridad y tranquilidad.
El agresor, un antiguo militar de 41 años llamado Tetsuya Yamagami, ha contado a la Policía que disparó a Abe porque, a su juicio, apoyaba a un grupo religioso al que su madre donó todo su dinero, según informa la agencia de noticias Kyodo. Enfurecido porque su madre se había quedado en la ruina, al principio planeó atentar contra el líder de dicha organización religiosa, pero finalmente acabó haciéndolo contra Abe, a quien había seguido en varios discursos dentro de la campaña para las elecciones a la Cámara Alta del Parlamento que se celebran este domingo. Su voluntad estaba clara: «matar a Abe», a quien guardaba un «fuerte resentimiento» por la ruina de su familia.
Aunque la Policía no ha desvelado el nombre de dicho culto religioso, todo apunta a la Iglesia de la Unificación, fundada en 1954 en Corea del Sur por el famoso Reverendo Moon y conocida en todo el mundo por sus bodas multitudinarias. Debido al ferviente anticomunismo de los «Moonies», como son apodados despectivamente sus tres millones de seguidores, Abe tenía un contacto estrecho con dicha organización y hasta participaba en algunos de sus eventos junto a su amigo, el expresidente Donald Trump.
Al parecer, dicha relación se remonta a la época de su abuelo materno Nobusuke Kishi, quien fue primer ministro entre 1957 y 1960 y antes formó parte del Gobierno imperial que entró en la II Guerra Mundial. Aunque pasó tres años en la cárcel y estuvo a punto de ser juzgado como criminal de guerra de clase A por las atrocidades en el Estado títere de Manchukuo, donde empezó la invasión nipona de China, finalmente Estados Unidos no presentó cargos contra él para que dirigiera la transición a la democracia en Japón. Curiosamente, el abuelo de Abe también sufrió un atentado cuando fue apuñalado en 1960 por un radical de extrema derecha.