Hay luto en la mesa del Starbucks-Cumbres. Caras largas y miradas tristes, como las que deja la incertidumbre, el no saber qué va a pasar ahora.
¿A quién fortalece y a quién acota en aspiraciones políticas la salida de Rafael Marín Mollinedo de la primera línea del gabinete federal?
Se va de la Agencia Nacional de Aduanas dejando enormes pendientes, como la inconclusa la tarea de arrebatarle al crimen organizado el control de puertos y aduanas fronterizas, así como haber abatido el monstruo de las mil cabezas de la corrupción.
Fallido -¿y fingido?- aspirante a la candidatura de Morena para el Gobierno de Quintana Roo, Marín Mollinedo le metió pie y presión al proyecto de Mara Lezama intentando descarrilarla, abusando del derecho de picaporte en Palacio Nacional.
Pero AMLO lo atajó a tiempo y le enfrió los ánimos. El presidente ya calaba el peso y la popularidad de Mara, y no quiso correr riesgos a costa de privilegiar la amistad por encima de la conveniencia política.
Así, convenció a ‘Rafa’ (“mi hermano”, lo llamaba) de que lo necesitaba más trazando vías y tendiendo rieles del Tren Transístmico, en vez de alborotar la gallera política en Quintana Roo, donde la sucesión de Carlos Joaquín ya estaba más que planchada con la entonces alcaldesa de Cancún.
‘Rafa’ no se retiró muy convencido, pero alcanzó a negociar posiciones, presentes y futuras, para algunos allegados suyos. Unos con cierta capacidad política, pero otros, los más, por el único mérito del “cuatismo” y el afecto personal.
Marín Mollinedo es en efecto amigo cercano del presidente López Obrador; tanto, que era el único miembro del gabinete con oficina en Palacio Nacional y podían verse y platicar a diario si querían.
Pero en los hechos, no resultó de mucha utilidad política a AMLO, quien lo puso al inicio de su Gobierno a cargo del Programa de Desarrollo de las Zonas Económicas Especiales, chamba que sólo le duró un año, pues en 2019 el presidente la esfumó de un ‘decretazo’.
De ahí, lo mandó a hacerse cargo del ambicioso proyecto del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, cuya obra clave era terminar el tendido ferroviario entre Oaxaca y Veracruz. Pero graves retrasos en los trabajos y la incapacidad de desterrar al crimen organizado que extorsionaba a contratistas y se robaba el material, orilló al “hermano mayor” a sacarlo de ahí y encargarle la tarea a las Fuerzas Armadas.
Se fue entonces ‘Rafa’ Marín a la Agencia Nacional de Aduanas, con expectativas altas e instrucciones claras de acabar con la corrupción y quitarle el control a los carteles del narcotráfico, que son los que en realidad dominan también puertos y aduanas fronterizas mexicanos. Pero tampoco dio el ancho.
Las cosas, en vez de mejorar como pidió el presidente, empeoraron.
Los narcos ahí mandan y eliminan a quienes intentan sacarlos, pues los intereses en el control aduanal son multimillonarios y no están dispuestos a ceder ante nadie. El nuevo subdirector enviado a Manzanillo a limpiar la plaza sólo duró una semana. Lo mataron.
No tuvo más remedio el presidente que mover de nuevo al amigo de la infancia, a un lugar donde pudiera seguir sirviendo… pero también haciendo menos daño.
Puso de nuevo la confianza en el Ejército y colocó -lo nombró hoy- al general retirado André Foullon al frente de Aduanas, a ver si puede con el cochinero que hay ahí.
No todos los amigos son aptos para entender la división entre el afecto y la responsabilidad. Así lo entiende AMLO, quien sin embargo sabe privilegiar la amistad por encima de todo y para no dejar desarropado a ‘Rafa’, lo manda de embajador de México a la Organización Mundial de Comercio (OMC), a Ginebra, Suiza.
Se trata de aligerarle la carga de responsabilidad en el cenit del otoño político, pero también de que ya no comprometa tanto a la #4T con su falta de resultados.
En Quintana Roo y sobre todo en su habitual mesa de café en la selecta zona de Cumbres, todos aquellos que se reunían en torno a él y de donde surgieron fuertes aspirantes a cargos políticos que hoy andan en abierta campaña, se preguntan qué pasará con ellos.
¿Se mantendrán las promesas de alcaldías y diputaciones de ‘Rafa’, y los acuerdos logrados en la cúpula cuando zancadilleaba a Mara Lezama? ¿O se modificarán los escenarios caribeños una vez que éste se vaya derechito… a los Alpes suizos?