FRANCIA. – El Tribunal de Valence, en Francia sentenció a Damien Tarel 18 meses de prisión, 14 de ellos exentos de cumplimiento.
La Fiscalía había solicitado 18 meses de prisión contra él, y que se le retirara durante un máximo de cinco años el derecho al voto, además de vetar durante ese tiempo su acceso a las armas y prohibirle de manera definitiva el ejercicio de funciones públicas.
El fiscal consideró el guantazo como un acto de humillación con el que Tarel pretendía degradar la imagen del jefe del Estado y dijo no “comprender las razones” por las que pasó al acto. Además, y estimó que había el riesgo de reincidencia ante una actitud de “fría determinación” que había quedado en evidencia, según Le Monde.
El joven, que estaba desempleado, ha sido condenado en un juicio por el procedimiento de comparecencia inmediata celebrado dos días después de la agresión que acompañó del grito de guerra que sigue siendo usado por la extrema derecha monárquica: “¡Montjoie Saint-Denis!” y “¡Abajo la Macronía!”.
El individuo fue detenido junto a otro hombre, que será juzgado en el segundo semestre de 2022. Ninguno de ellos tenía antecedentes judiciales. Eran amigos y compañeros en varias asociaciones locales de artes marciales, de admiradores de la Edad Media y del universo manga.
El abogado de Tarel aseguró a los medios antes de que se dictara sentencia que su cliente había tomado conciencia de su comportamiento y que no repetirá los actos.
Macron, que decidió no denunciar a su agresor, calificó por su parte la agresión este jueves en una entrevista en la cadena BFM TV de acto “imbécil y violento”.
No quiso entrar en la polémica sobre la violencia en la política y prefirió definir lo ocurrido como “un acto aislado”.
“Hay que relativizar pero no banalizar, cualquier cargo público merece un respeto”, aseguró.
Macron insistió en que “la verdadera violencia es la de los feminicidios, la de los que son agredidos al llegar a casa”, y aseguró que lo que percibe en el país en este momento es “optimismo” por la vuelta a la vida y al trabajo tras el fin progresivo de buena parte de las restricciones contra el coronavirus.
“Una sociedad democrática es la que permite la crítica, la manifestación, el voto, y eso es un tesoro. La contrapartida de eso es el respeto y el fin de la violencia”, añadió.