INDIA.- Como dicta el modus operandi de los virus, éstos se desarrollan y expanden por millones al punto que algunos logran mayor eficacia de contagio o mortalidad con el tiempo. Tal es el caso del coronavirus SARS-CoV-2, detectado en Wuhan, China en diciembre de 2019.
Ahora, en medio de la expansión de las subvariantes de Ómicron BA.4 y BA.5, que ya son prevalentes en casi todos los países desarrollados, el coronavirus continúa con sus mutaciones periódicas y ya se ha descubierto una nueva versión del SARS-CoV-2 que podría presentar mayor escape inmune y, por tanto, mayor capacidad de transmisión.
Se trata de la subvariante BA.2.75, una mutación que deriva del sublinaje BA.2 (Ómicron), que se ha detectado por primera vez en la India y ya se ha expandido por otros ocho países, incluidos Japón, Alemania, Reino Unido, Canadá, EEUU, Australia y Nueva Zelanda, según datos de Nextstrain, una plataforma de código abierto de datos globales del genoma de patógenos.
Las primeras investigaciones apuntan a que tiene un 16% más de capacidad de transmisión y que representa un mayor escape inmune debido a las 16 mutaciones genómicas encontradas en las primeras secuenciaciones. En concreto, según se ha alertado desde la comunidad científica, de las 16 mutaciones de la subvariante BA.2.75 detectadas en su genoma, 8 de ellas están en la proteína pico, cuatro en el dominio N-terminal y otras 4 en el dominio de unión al receptor.
Las mutaciones distintivas que definen el linaje son las espigas K147E, W152R, G446S y R493Q. Las dos últimos, G446S y R493Q, son el mayor motivo de preocupación, ya que pueden influir tanto en el escape inmunitario como en la unión a ACE2. La investigación revela que la mutación R493Q aumenta la capacidad de la cepa para unirse a ACE2, la proteína que el virus COVID-19 usa para ingresar a las células.
“Uno de los motivos de preocupación sobre esta variante es la mutación G446S, la cual experimentalmente se sabe esquiva neutralización inmune”, tuitió el argentino Oscar Cingolani, profesor de Medicina y director del Centro de Hipertensión Arterial y de la Unidad de Cuidados Críticos (UCC) Cardiovasculares del Hospital Johns Hopkins. “Presenta múltiples mutaciones (G446S y R493Q) en la proteína spike y presenta aparentemente crecimiento rápido y amplia distribución geográfica”, detalló el científico Gorka Orive también en Twitter, donde afirma que respecto al sublinaje BA.5 presenta hasta 8 mutaciones adicionales. De manera que representa “un impacto que debe ser estudiado tanto en lo que se refiere a su infectividad como evasión inmunitaria”.
El doctor Rajesh Karyakarte, microbiólogo del BJ Medical College de Pune y jefe del esfuerzo de secuenciación del genoma de Maharashtra, junto a científicos de otras partes de la India, han recogido tres subvariantes, BA.2.74, BA.2.75 y BA.2.76, como posibles impulsores del aumento actual. Las tres subvariantes tienen más de nueve cambios en la proteína espiga y se espera que superen en número a las subvariantes BA.4 y BA.5, que eran las más comunes hasta hace unas semanas, según el equipo de Karyakarte.
Según el Ministerio de Salud de Nueva Zelanda, que detectó por primera vez la variante el pasado viernes, la evidencia sobre su transmisibilidad, evasión inmune y gravedad aún es preliminar y emergente.
“Sabemos que BA.2.75 tiene algunas características que parecen mejorar su capacidad para evadir la inmunidad, similar a las subvariantes Omicron BA.4 y BA.5, y hay algunas pruebas preliminares en el extranjero de que puede ser un poco más transmisible que BA.2. No hay evidencia actual de que conduzca a una enfermedad más grave, aunque la evaluación de la evidencia se encuentra en una etapa muy temprana”, aseguran las autoridades sanitarias de ese país.