BUENOS AIRES.- Magalí Sánchez abre la moderna heladera que compró unos años atrás, cuando se daba algunos gustos y podía ahorrar. Adentro no hay carne y la leche que toman sus hijos es uno de los alimentos con precios congelados por el gobierno a los que recurren muchos argentinos asfixiados por la inflación.
El alquiler del departamento donde vive en Buenos Aires aumentó días atrás cerca de 15 por ciento, demasiado para el bolsillo de una familia de clase media que ya venía golpeada por las subas de la luz, el gas y los alimentos. Ahora Sánchez, que está desempleada desde hace dos años, cocina una comida copiosa al día para su marido e hijos en lugar de las dos que solía preparar.
Sánchez es una las víctimas de la recesión y la disparada de los precios que golpea a Argentina desde hace dos años y una de los tantos votantes del conservador presidente Mauricio Macri decepcionados con su gestión y que le retirarán su apoyo en las elecciones del 27 de octubre en las que el mandatario busca la reelección.
Días atrás Sánchez tuvo que solicitar un subsidio al Estado por primera vez en su vida, que además no tiene asegurado. “Estamos luchando para no estar en la calle”, dijo a The Associated Press la mujer de 33 años durante una entrevista en su vivienda.
Macri, un tecnócrata bien visto por los mercados, Estados Unidos y otras potencias, llegó al poder en 2015 prometiendo bajar la inflación, reactivar la economía y alcanzar la pobreza cero luego de 12 años de políticas populistas bajo los mandatos de los presidentes Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner (2003-2015).
El domingo afrontará el veredicto de las urnas en medio de una prórroga de la ley de emergencia alimentaria que supone un incremento hasta 2022 de la ayuda para los comedores comunitarios, toda una paradoja en uno de los mayores productores de alimentos del mundo.
Según varias encuestas la decepción que generó la gestión de Macri y el severo ajuste que agujereó el bolsillo de sus compatriotas podría facilitar el regreso del populismo kirchnerista al poder de la mano de Alberto Fernández, quien va acompañado por Fernández de Kirchner en la fórmula presidencial.
Fernández ha intensificado sus críticas contra el presidente por el empeoramiento de la crisis que el país arrastra desde 2018. “Lo sabemos todos los argentinos, lo sabe todo el mundo que Macri ha dejado muy mal al país, pero lo vamos a recuperar entre todos”, dijo días atrás a AP.
“La pobreza se ha convertido en un gran problema”, señaló el kirchnerista sobre cuál es su principal preocupación. Indicó que la salida de la crisis requerirá “pasar de la política de la imposición a una política de acuerdos” entre distintos sectores económicos y sociales.
Mariel Fornoni, directora de la consultora Management & Fit, dijo a AP que el área económica fue el “principal fracaso” de la gestión macrista pese a que, acotó, el mandatario mejoró la seguridad, logró una mayor inserción de Argentina en el mundo a partir de la apertura de nuevos mercados y reforzó la calidad institucional.
“Muchas veces la gente dice ¿volver atrás con el kirchnerismo? Hay que entender la urgencia de hoy, con 35% que vive en la pobreza… realmente es gente que no se puede subir al sistema y es un tema de escala de necesidades. No podés estar mirando otras cosas si tenés dificultad para comer”, dijo Fornoni.
Las elecciones en Argentina tendrán lugar en un contexto regional convulsionado por el estallido social en Chile, la crisis política en Bolivia y las recientes movilizaciones en Ecuador contra el aumento del combustible.
En 2017 Sánchez perdió su trabajo de enfermera en una clínica que quebró y junto a su marido, quien gana 25.000 pesos (unos 411 dólares) mensuales, hace malabares para criar a sus dos hijos y preparar la llegada del bebé que nacerá dentro de unos meses.
“Sí hubo un cambio, nos aumentó todo y cada vez estamos peor… y yo me quedé sin trabajo después de 15 años”, se lamentó.
La mujer dijo que estaba “un poco mejor” durante el gobierno de Fernández de Kirchner y el de su fallecido esposo y antecesor. “No es que nos sobraba la plata, pero tratábamos de vivir bien y ahora no se puede”.
En la pequeña cocina de Sánchez el microondas está desenchufado y no se usa para no abultar más la cuenta de luz. La familia dejó de comer carne porque su precio se volvió prohibitivo y consume pollo, arroz y fideos a precios más asequibles establecidos por el gobierno para contrarrestar una inflación que superará el 50% este año.
“Cuando ganó Macri me la vi venir. (Pensé) ‘este nos arruina’. Y las mentiras que dijo, que no iba a devaluar, que iban a venir fuentes de trabajo de afuera”, cuestionó Juan Lugones, esposo de Sánchez, quien trabaja como vigilante nocturno en un edificio. El hombre, afín al peronismo, votará a Fernández. “Tengo la esperanza de que él nos va a sacar (de la crisis)”, dijo.
La familia dejó de ser de clase media si se toma en cuenta que su único ingreso no alcanza para cubrir la canasta total de productos y servicios que es de 32.823 pesos (unos 547 dólares) para una familia de cuatro miembros que reside en Buenos Aires, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).
La pobreza aumentó en el primer semestre al 35.4 por ciento respecto del mismo periodo de 2018 y de los 10 millones de pobres, 7.7 por ciento son indigentes, es decir, no logran cubrir con sus ingresos una canasta básica de alimentos.
La tasa de desempleo subió en el segundo trimestre a 10,6%, mientras la inflación acumulada en los primeros nueve meses fue de 37,7%, según el Indec. Los costos influyeron en el alza de los precios a partir de la corrección tarifaria aplicada por Macri, que retiró los millonarios subsidios que recibían desde hace años los servicios públicos y el transporte.
El Banco Mundial pronosticó que la economía argentina sufrirá este año una contracción de 3,1% respecto de 2018, cuando se derrumbó 2,6%.
El indicador oficial que mejor refleja la gravedad de la situación es el que reveló que el 52.6 por ciento de los menores de 14 años son pobres.
En el merendero Huellitas de una barriada pobre de las afueras de Buenos Aires, una decena de niños se abalanzan sobre la fuente de pasteles que les sirve Aida Corvalán. Un año atrás al lugar acudían personas sin techo y unos 40 niños para merendar. Hoy son más de un centenar.
“Hay mamás que tienen como 10 chicos y traen siete al merendero. Vienen a merendar hasta chicos de 19 años, no les puedo decir que no”, dijo Corvalán, que dirige el lugar.
Argentina tuvo una leve mejora en 2017 que le valió a Macri el triunfo en las elecciones de medio término. Pero al año siguiente la economía volvió a contraerse por una sequía histórica y el impacto de la puja comercial entre Estados Unidos y China, que llevó a los inversores a abandonar los mercados emergentes para refugiarse en posiciones más confiables.
En este contexto, el gobierno pidió ayuda al Fondo Monetario Internacional, contra la opinión de una mayoría de la población que lo considera responsable de crisis pasadas. La ayuda récord de más de 56 mil millones de dólares no logró frenar el derrumbe.
El proyecto de reelección de Macri trastabilló el 11 de agosto en las elecciones primarias en las que obtuvo el segundo lugar 15 puntos debajo de Fernández, cuya imagen de moderado dentro del kirchnerismo logró atraer el voto independiente.
El resultado profundizó una fuga de capitales y derrumbó los activos argentinos en el exterior por el temor de los inversores al regreso del populismo kirchnerista, lo que recalentó la inflación y agudizó la crisis social. Aun así la tendencia ganadora de Fernández parece irreversible debido al malestar que causó el deterioro de la situación económica y porque amplios sectores añoran las políticas de bienestar social ejecutadas por el kirchnerismo, coincidieron analistas.
“Se ve muy marcado en jóvenes entre 25 y 35 años, muy molestos con Macri. Muchos de ellos lo habían votado en 2015. Ellos gozaron y tienen memoria fresca de la última etapa del kirchnerismo en la que tenían trabajo y la plata les alcanzaba”, sostuvo Patricio Giusto, analista de Diagnóstico Político. “Ahora la plata no les alcanza y no tienen trabajo”.
Tampoco parece afectar a Fernández el recelo que provoca a su lado la exmandataria, quien enfrenta varias investigaciones judiciales y un juicio por supuesta corrupción durante su mandato. Macri trajo al primer plano esos antecedentes en las multitudinarias movilizaciones convocadas en la recta final de su campaña.
Las encuestas, que no predijeron el amplio triunfo de Fernández en las primarias de agosto, dan como vencedora a la fórmula kirchnerista con más de 50 por ciento de los votos, lo que sellaría su triunfo en una primera vuelta.
Para ser elegido presidente se necesitan al menos 45% de los votos o 40% y 10 o más puntos porcentuales de ventaja sobre el segundo candidato más votado. En caso de que no se cumplan estas condiciones, se celebrará una segunda vuelta entre los dos postulantes con mayor cantidad de votos el 24 de noviembre.
Reunidos en torno a la mesa de la cocina, la de Sánchez sueña que el futuro presidente revierta su precaria situación. “Yo le pediría trabajo”, dice el marido de Sánchez, para quien lo más importante es “que no mienta al pueblo, que cumpla, que se fije en la gente”. (FUENTE: EL FINANCIERO)