WASHINGTON, EU.- Un agujero negro supermasivo, lo más parecido al Ojo de Mordor que hay en una galaxia, ha sido fotografiado por una comunidad de astrónomos que viven en la apacible comarca del Sistema Solar.
La imagen, hecha pública hoy por el consorcio Event Horizon Telescope (EHT), confirma la existencia de estos desconcertantes astros predichos por la teoría de la relatividad general de Albert Einstein y ayudará a aclarar cómo funcionan.
Además, ha confirmado por primera vez las predicciones de la teoría de la relatividad en las condiciones de gravedad extrema de un agujero negro supermasivo.
“Este es un momento histórico. Transformará nuestra comprensión de los agujeros negros”, ha declarado la astrofísica France Córdova, directora de la Fundación Nacional de Ciencia de EE.UU., en una de las ruedas de prensa en que se ha presentado el avance, celebrada en Washington y retransmitida por internet.
La imagen corresponde al agujero negro central de la galaxia M87, un monstruo con una masa equivalente a 6.500 millones de soles. En ella puede apreciarse el disco oscuro del agujero negro rodeado por un anillo de luz que es más brillante en la parte inferior que en la superior.
El anillo está formado por materia que gira a muy alta velocidad alrededor del agujero negro. La parte más clara corresponde a materia que está girando en dirección hacia la Tierra, mientras que la parte oscura corresponde a materia que se está alejando.
La relatividad pasa la prueba
La investigación confirma la validez de la teoría de la relatividad en las condiciones de gravedad extrema de los agujeros negros supermasivos
Los agujeros negros son astros con campos gravitatorios tan potentes que nada, ni tan solo la luz, puede escapar de ellos. Crecen engullendo los astros que se les acercan y que, una vez cruzado el llamado horizonte de sucesos, no pueden regresar al universo exterior.
En el centro del agujero negro, la curvatura del espacio-tiempo se vuelve infinita y se produce una singularidad, allí donde las leyes de la física que conocemos dejan de ser válidas. Esto ha llevado a la hipótesis de que el big bang que originó nuestro universo pudo ocurrir en el interior de un agujero negro.
El consorcio EHT (iniciales en inglés de Telescopio del Horizonte de Sucesos, en referencia al punto de no retorno de los agujeros negros a partir del que la luz no puede escapar) ha observado los dos agujeros negros que tienen un tamaño aparente más grande en el cielo cuando se observan desde la Tierra.
El del centro de la Vía Láctea tiene una masa 4,3 millones de veces mayor que la del Sol comprimida en un diámetro de 30 soles. Aunque es pequeño para estar en el centro de una gran galaxia, es el agujero negro supermasivo más cercano a la Tierra, a una distancia de 26.000 años luz.
El del centro de la galaxia M87, por el contrario, es un auténtico gigante. Con una masa de 6.500 millones de soles, es unas 1.500 veces más masivo que el de la Vía Láctea. Y aunque está 2.000 veces más lejos, a 55 millones de años-luz, sigue estando lo basante cerca para que la galaxia M87 se pueda ver con un telescopio de aficionado.
Las imágenes presentadas hoy corresponden al agujero negro de M87. El de la Vía Láctea “es muy interesante y complejo. Estamos trabajando en él. Esperamos tener resultados que presentar muy pronto”, ha declarado Sheperd Doeleman, astrofísico de la Universidad de Harvard (EE.UU.) y director del consorcio EHT.
Monstruos cósmicos
El consorcio EHT ha observado los agujeros negros del centro de la Vía Láctea y de la galaxia M87
El consorcio observó estos dos agujeros negros durante diez noches en abril de 2017 con una red de ocho radiotelescopios situados en Norteamérica, Sudamérica, Europa, la Antártida y Hawai. Estos ocho observatorios, que apuntaron al centro de la Vía Láctea y de la galaxia M87 simultáneamente sincronizados por relojes atómicos, actuaron en la práctica como un único radiotelescopio con un diámetro equivalente al de la Tierra. Han hecho falta dos años de trabajo para analizar la enorme cantidad de datos recogidos en esas diez noches de observaciones.
Los resultados se han anunciado en seis ruedas de prensa simultáneas celebradas en Washington, Bruselas, Santiado de Chile, Shanghái, Taipei y Tokio, lo que pone en valor que el consorcio EHT ha sido una colaboración internacional.
En Madrid, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha organizado una séptima rueda de prensa para destacar la participación española en el proyecto. El radiotelescopio IRAM, de 30 metros, construido junto al Pico Veleta en Sierra Nevada, es uno de los siete que han formado parte del EHT. En la rueda de prensa de Madrid han participado investigadores del Instituto de Astrofísica de Andalucía, del Instituto Geográfico Nacional, del Instituto de Radioastronomía Milimétrica y de la Universidad de Valencia.
De cara al futuro, está previsto continuar las observaciones directas de agujeros negros, que se convertirán en un nuevo campo de investigación astronómica. La red del EHT se amplió el año pasado con un noveno radiotelescopio situado en Groenlandia -aunque hoy no se han presentado datos de la campaña de observación de 2018, que aún se están analizando- y este año se ampliará con un décimo situado en Arizona.
Más adelante, “queremos ir al espacio”, ha declarado Doeleman, que previsiblemente ganará el premio Nobel de Física en algún momento de la próxima década por el descubrimiento presentado hoy. Un telescopio espacial permitirá observar agujeros negros sin perder la información que queda filtrada por la atmósfera de la Tierra. “Como en todos los grandes descubrimientos, esto es sólo el principio”, ha anticipado Doeleman. (FUENTE: LA VANGUARDIA)