VIETNAM.- Un jubiloso Kim Jong-un con un cigarrillo en la mano subiendo al tren en la estación de Pionyang. La foto que publicó la agencia oficial norcoreana dos días atrás revelaba dos misterios: Kim Jong-un viajará a Vietnam en tren y ha vuelto a fumar. La decisión del tren, que exige dos días y medio de trayecto, no es la más ortodoxa. Bastan cuatro horas en avión para cubrir esos 4.200 kilómetros que separan la gélida Pionyang de la tropical Hanoi. Pero Corea del Norte no se ha labrado su reputación desde la ortodoxia.
El medio de transporte elegido por Kim Jong-un había generado las acostumbradas especulaciones en las vísperas de la segunda cumbre con Donald Trump que empieza este miércoles en Vietnam. En Singapur, que el pasado año había organizado la primera, aterrizó en un Boeing-747 prestado por China. Se entendió que su avión particular, un fósil soviético de 40 años cuyas piezas de repuesto ya no se fabrican, desmerecería frente al Air Force One de Trump en una reunión para la que Kim Jong-un exigía igualdad de condiciones. Evitó el ridículo pero no las bromas que identificaban a su país como otra provincia china. Quizá ahí se fraguó la actual odisea ferroviaria. O quizá interprete su viaje a Hanoi como una parsimoniosa marcha triunfal a la manera del César en los territorios conquistados. Es complicado decodificar a los líderes norcoreanos.
El viaje es una tortura logística para todos los gobiernos implicados. La prensa ha informado de los desvelos en Dandong, la primera estación china tras la frontera. Se suspendieron los trayectos regulares y la policía acordonó con barreras metálicas las instalaciones en un radio de cien metros. También cerró todos los hoteles cercanos. El recorrido del convoy es secreto pero se puede seguir fácilmente por la concentración de uniformados y otras medidas de seguridad extremas. Atravesará China por su costa oriental hasta alcanzar Vietnam. La diferente amplitud de las vías chinas y vietnamitas, una decisión tomada por Hanoi en tiempos fragorosos para dificultar invasiones, obligará a Kim Jong-un a apearse en la estación de Dong Dang y cubrir en coche los últimos 170 kilómetros hasta Hanoi. La estación ya ha sido cerrada al público y tomada por policías fuertemente armados, revela la prensa vietnamita. Las autoridades cortarán por primera vez todo ese tramo de carretera desde las 6 a las 14 horas del martes.
El tren está tan grapado a la tradición dinástica como los desmanes misilísticos o las violaciones de derechos humanos. Kim Il Sung y Kim Jong-il, abuelo y padre del actual dictador, lo utilizaron en sus rarísimos viajes a Rusia o China. El segundo, de hecho, murió en 2011 a bordo de uno. El vagón recibió el insuperable honor de ser exhibido en el Palacio Kumsusan. De ambos era conocida su aversión a volar.
Excentricidades de la familia
El tren está adecuado a las necesidades y excentricidades de la familia. El extremo blindaje de sus 21 vagones lo convierte en más lento que los ordinarios. En las vías chinas apenas alcanza los 80 km/h y en las norcoreanas, que vivieron tiempos mejores, no supera los 45 km/h. Está pintado en verde oliva y amarillo y cuenta con cristales tintados que aseguran la privacidad. De su interior se sabe a través de los pocos extranjeros que han podido disfrutarlo. Todo apunta a un palacio en movimiento. Konstantin Pulikovsky, alto funcionario ruso, habló de cajas de Burdeos y banquetes con langostas en su libro Orient Express. Sus salas de reuniones, restaurantes y dormitorios responden a las regias exigencias del líder.
También cuenta con enormes pantallas de plasma y un sistema de comunicación por satélite que permite a Kim Jong-un enviar órdenes sin miedo a la interceptación. El parque ferroviario está integrado por casi un centenar de vagones, siempre listos para la partida, y en sus viajes utiliza tres trenes: el primero cumple funciones de seguridad, el segundo acoge al líder y altos funcionarios y en el tercero viajan los guardaespaldas, víveres y equipos. En esta ocasión ha cargado su berlina Mercedes, con la robustez de un pánzer.
El tren no parecía una mala opción en los tiempos de aislamiento. Ahora, en este frenesí diplomático, sería recomendable que Kim Jong-un invirtiera en un nuevo avión.
Trump actuará con mesura en cumbre con Kim Jong Un
Trump dijo en Washington en la víspera de su salida a Vietnam que creía que Kim Jong Un y él estaban en sintonía y que habían desarrollado “una relación muy, muy buena”.
Pero en sus declaraciones pareció restar importancia a cualquier esperanza de mayores avances, afirmando que estaría feliz siempre y cuando Corea del Norte siguiera sin hacer pruebas nucleares.
No tengo prisa. No quiero apresurar a nadie”, dijo Trump.
Simplemente no quiero (que se hagan) pruebas. Mientras no haya pruebas, estamos felices”, añadió.
Corea del Norte realizó su sexta y última prueba nuclear en septiembre de 2017 y efectuó su última ensayo de un misil balístico continental en noviembre de 2017.
Antes de congelar las pruebas nucleares, Corea del Norte llevó a cabo una serie de pruebas que, según afirma, dieron al país potentes bombas nucleares y misiles capaces de llegar a territorio continental estadunidense.
Estados Unidos ha pedido durante años a Corea del Norte la desnuclearización completa, verificable e irreversible antes de que se garantice alguna concesión. Pyongyang denunció esa postura como unilateral y “propia de mafiosos”.
Sin embargo, en los últimos días los comentarios de Trump apuntan a una posible moderación en su posición, al afirmar que le gustaría poder eliminar las duras sanciones de haber un progreso significativo en la desnuclearización.
Trump dijo que espera lograr avances en la cumbre y mantener a flote la promesa de que la desnuclearización ayudaría al desarrollo de la economía norcoreana. (FUENTE: EL MUNDO)